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Prostaglandinas, equilibra la inflamación con tu dieta

La inflamación es la forma en la que el cuerpo lucha y se defiende. Cuando el sistema inmunológico detecta un agente que considera extraño —ya sea un virus, una bacteria o incluso algo que en realidad no es dañino—, reacciona liberando una serie de moléculas: citoquinas, quimioquinas, óxido nítrico, prostaglandinas y muchas otras. El resultado es el clásico cuadro que todos conocemos: dolor, enrojecimiento, hinchazón, calor y pérdida de movilidad.

Hasta aquí, todo parece lógico: el cuerpo se activa para protegerte. Pero el problema surge cuando esa inflamación no se apaga y tu organismo vive en estado de alerta constante, atacando incluso a lo que no es tóxico.


🔥 Las prostaglandinas: las mensajeras de la inflamación

Las prostaglandinas son sustancias que el cuerpo fabrica a partir de las grasas que consumes en la dieta. Son como mensajeros que indican si hay que encender o apagar la respuesta inflamatoria.

Hay tres tipos principales:

  • PG1: pueden ser proinflamatorias o antiinflamatorias según las circunstancias.
  • PG2: son proinflamatorias, y su exceso causa inflamación crónica.
  • PG3: son antiinflamatorias, ayudan a calmar y reparar los tejidos.

Nuestro cuerpo necesita de las tres para mantener el equilibrio, pero la clave está en que no haya un exceso de PG2, que son las que promueven la inflamación. Y aquí entra en juego algo que depende directamente de ti: tu alimentación.


🥩 🍣 De qué depende el equilibrio

Las prostaglandinas se forman a partir de los ácidos grasos esenciales, es decir, de las grasas que comes. Y hay dos familias principales que debes conocer:

🔹 Omega 6:

Presente en semillas, frutos secos, aceites vegetales y carnes. A partir del ácido linoleico, el cuerpo puede generar DGLA (antiinflamatoria) o ácido araquidónico (proinflamatorio). Cuando consumes demasiada carne o productos animales industriales, el equilibrio se inclina hacia el ácido araquidónico, lo que aumenta las prostaglandinas tipo 2 (PG2) y la inflamación.

🔹 Omega 3:

Procede del ácido alfa-linolénico (ALA), presente en el aceite y semillas de lino, chía, cáñamo, nueces y verduras de hoja verde. Nuestro cuerpo puede convertirlo en EPA y DHA, que son los más potentes antiinflamatorios naturales y dan lugar a las prostaglandinas tipo 3 (PG3). Los encuentras en pescados azules pequeños como sardinas, anchoas, boquerones o salmón salvaje, y en suplementos de omega 3 a base de algas, una excelente opción vegetal.


⚖️ ¿Cómo lograr el equilibrio ideal?

En una alimentación equilibrada, la proporción entre omega 6 y omega 3 debería estar cerca de 5:1.
Sin embargo, en la dieta occidental actual, este valor suele ser 20:1 o incluso más, lo que favorece una inflamación crónica de bajo grado.

Por eso, tu objetivo será reducir el consumo de omega 6 inflamatorios y aumentar el omega 3 antiinflamatorio.


🌿 Cómo inclinar la balanza hacia el lado antiinflamatorio

  1. Reduce el consumo de carnes rojas, embutidos y productos lácteos industriales.
    No necesitas eliminarlos, pero sí comer menos y elegir calidad: animales criados en libertad, carnes magras y lácteos ecológicos de oveja o de cabra.
  2. Incluye fuentes vegetales de omega 3 cada día.
    Añade una cucharada de semillas de lino o chía molidas en tu yogur o batido.
    Come nueces y verduras de hoja verde (espinaca, rúcula, acelga, kale…).
  3. Toma pescado azul pequeño dos veces por semana.
    Las sardinas, anchoas, boquerones o salmón salvaje son las mejores opciones.
  4. Evita aceites refinados y productos ultraprocesados.
    Suelen estar llenos de aceites oxidados ricos en omega 6 que alimentan la inflamación.
  5. Añade color a tus platos.
    Los pigmentos vegetales como los polifenoles, flavonoides y carotenoides también son antiinflamatorios naturales. Cuantos más colores haya en tu plato, más equilibrio habrá en tu cuerpo.

💡 Recuerda

Las prostaglandinas inflamatorias no son el enemigo. Las necesitamos para curar heridas y activar nuestras defensas. Pero el problema aparece cuando hay demasiadas “malas” (PG2) y muy pocas “buenas” (PG3). El equilibrio depende directamente de lo que pongas en tu plato.

Piensa en ello como una batalla silenciosa dentro de ti:
Cada día decides a qué ejército alimentar. Tu cuerpo te agradecerá que elijas el lado antiinflamatorio: más omega 3, más vegetales, menos carnes y menos productos industriales.

Ayuda a tu organismo a ganar la guerra desde la paz de una buena alimentación. 🌱


✨ Que el amor, la paz y la salud siempre te acompañen.

Virginia Quetglas
Diplomada en Naturopatía y creadora de la Escuela de Hábitos Saludables, Naturopatía y Cocina Consciente El Rincón de Nana

La información proporcionada en este blog tiene fines informativos y no sustituye el consejo profesional. Si tienes alguna condición médica o estás en tratamiento, consulta a tu médico antes de hacer cambios en tu dieta o estilo de vida.

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