Querida lectora:
Hoy quiero hablarte de una tendencia que está ganando popularidad en el mundo de la salud y el bienestar: la nutrición personalizada. Este enfoque se basa en adaptar las dietas a las necesidades individuales, utilizando análisis de ADN para crear planes alimenticios personalizados que nos ayuden a alcanzar nuestros objetivos de salud de manera más efectiva. Los análisis genéticos pueden revelar nuestras predisposiciones a ciertas condiciones de salud, intolerancias alimentarias y la manera en que metabolizamos diferentes nutrientes.
Sin embargo, soy consciente de que estos análisis son costosos y no están al alcance de todas. Por eso, quiero proponerte una alternativa más accesible y, a menudo, igual de efectiva: escuchar a tu propio cuerpo.
Una buena manera de empezar es descartar aquellos alimentos que son universalmente reconocidos como proinflamatorios, como los azúcares, las harinas refinadas y los ultraprocesados. Estos alimentos, además de contribuir a la inflamación, pueden afectar negativamente a nuestro bienestar general.
Una vez eliminados estos alimentos, te animo a que prestes atención plena a cómo te sienta lo que comes. ¿Alguna vez te has detenido a pensar cómo te sientes después de comer un plátano o una cebolla? Aunque estos alimentos son muy beneficiosos para muchas personas, pueden no serlo para ti.
No necesitas realizar múltiples y carísimos análisis para darte cuenta de esto. Tu propio cuerpo es el mejor indicador de lo que te sienta bien o mal. Comienza a observar cómo te sientes después de cada comida. ¿Te sientes llena de energía o cansada? ¿Tu digestión es fácil o incómoda? Estos son signos que tu cuerpo te da para guiarte hacia una alimentación más adecuada para ti.
Es cierto que vivimos en una época en la que nos hemos desconectado tanto de nuestro propio organismo que confiamos más en lo que dice un informe, sea médico o no, que en las señales que nos da nuestro propio cuerpo. Pero te aseguro que no hay mejor guía que la conexión con una misma.
En lugar de buscar respuestas en costosos análisis, intenta recuperar esa conexión contigo. Practicar la atención plena no solo te ayudará a mejorar tu alimentación, sino que también te permitirá disfrutar más de cada bocado y ser más consciente de tus elecciones alimenticias.
Te invito a que hagas un pequeño ejercicio: anota en un cuaderno lo que comes en el desayuno, en la comida y en la cena, y cómo te sientes después. Por ejemplo, si en el desayuno has tomado unas tostadas con queso y te sientes hinchada, cansada o con gases después, al día siguiente prueba cambiando el pan por unas rebanadas de tomate y en vez de poner queso, pon atún o aguacate. Observa cómo reacciona tu cuerpo y ajusta en consecuencia.
Estoy aquí para ayudarte en este proceso. Si te interesa profundizar más en estos temas, te invito a suscribirte a mi blog, seguirme en Instagram y, por supuesto, dejarme algún comentario que responderé encantada.
Gracias por leerme y por compartir la información de mi blog si te parece interesante para otras mujeres. Me encantaría que pudiéramos disfrutar juntas de alguno de mis talleres que se reanudarán en septiembre.
Quedo a tu disposición para cualquier consulta. Que tengas un día lleno de bienestar y salud.
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¡Que el amor, la paz, la salud y la felicidad te acompañen siempre!
Virginia Quetglas
Diplomada en Naturopatía y creadora de la escuela El Rincón de Nana y de los cursos “Cocina consciente” y “Mujer consciente”
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